Desde hace algunos años, el concepto del emprendedor social es cada vez menos desconocido. Hay numerosas entidades y Universidades que apoyan esta figura y sin embargo, la búsqueda les resulta cada vez más difícil.

Hablamos de una persona con sensibilidad social, con el deseo de solucionar un problema detectado en su entorno y con la energía y la capacidad de darle una solución que aporte innovación. Hablamos de alguien valiente, sensible, con resistencia a la frustración, volcado, con liderazgo… en definitiva, ¿Buscamos a superwoman o quizá a Superman?

Impartiendo cursos a emprendedores (sociales), algunos se quejaban de que se esperaba mucho de ellos, que también tenían una vida y que de pronto, el calificativo de emprendedor social resultaba una carga pesada. Cierto, es una pesada carga si te han concedido un premio y hay ojos puestos en tu proyecto y en sus resultados, pero ojo, ser una emprendedor social es una forma de vida, una concepción del mundo, uno no decide ser emprendedor social, uno quiere cambiar una realidad social que le parece injusta y lo consigue, y un día le llaman de una Fundación y le dicen que le han preseleccionado para un programa de apoyo a emprendedores sociales. Así es y no al revés, y es así porque uno no quiere cambiar el mundo para que le den un premio, lo quiere cambiar y punto.  Y en esa visión no hay medias jornadas.

Ahora bien, ¿puede ser una misión compartida?

Por un lado diremos que esa búsqueda del emprendedor social importada de fuera resulta un poco individualista y quizá simplificadora, porque si bien es cierto que existen esas personas capaces de ver la luz al final del túnel cuando los demás apenas distinguen claridad, también lo es que esas personas no caminan solas, en la mayoría de las ocasiones, se trata más de un grupo de personas y de una iniciativa colectiva, que de un líder salvador.

Y pensemos, ¿Dónde existe ya iniciativa ciudadana agrupada de manera voluntaria y con sensibilidad social? Pues sí, en las entidades sociales, en las ONG, en el tercer sector.

¿Y si buscamos “entidades emprendedoras sociales” en lugar de “lideres emprendedores sociales”? ¿y si alentamos al tercer sector a “emprender socialmente”?

Partiremos ya de un sector con mucho potencial, donde sin embargo en ocasiones, nos hemos perdido entre las justificaciones de las subvenciones y la burocracia.

Necesitamos un tercer sector fuerte, independiente, emprendedor e innovador, un sector social que no esté burocratizado y que no pierda de vista los motivos que le dan sentido, pero también un tercer sector eficiente, capaz de darle una vuelta de tuerca al concepto tradicional de empresa y de emprendimiento.

En Cotiledón estamos convencidos de que es posible y por eso tenemos herramientas de apoyo a la financiación y gestión de proyecto sociales.

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